En la actualidad, tenemos una juventud apática, indiferente en el ámbito social, desmotivada y centrada principalmente en su beneficio individual.
Línea de pensamiento
Su toma de decisiones está basada en un beneficio propio medible: si les conviene, actúan; si no es así, no merece su tiempo ni dedicación.
Su toma de decisiones está basada en un beneficio propio medible: si les conviene, actúan; si no es así, no merece su tiempo ni dedicación.
Por otra parte, al ser egocéntricos piensan que los demás sí deben actuar en favor de ellos, pues son merecedores por naturaleza.
Dos pensamientos mutuamente excluyentes generan enojo, ira y violencia. Pues para estar en equilibrio, deben estar balanceadas las acciones de dar y recibir.
Quienes están acostumbrados a pensar en otros y dar como convicción, comienzan a dudar si dicha postura es justa, sintiendo un abuso por parte de la juventud.
El individualismo causa separación, enojo, indiferencia social y, por tanto, soledad. Los individualistas basan su actuar en los impulsos de una satisfacción momentánea, sin contemplar el efecto de su actuar en el futuro y en otros.
Los jóvenes desean ser ricos, tener fama, éxito, pero no se preguntan cómo lo lograrán. No ven que se requiere de estudiar y de esfuerzo para lograr los objetivos.
Aprecio de los valores de la subjetividad
La juventud se muestra más atraída por los valores e intereses de los individuos y los grupos pequeños. Los movimientos sociales que más les atraen son los que se relacionan con sentimientos humanitarios y ambientales; y mucho menos los de cuño más político-militante. La dimensión lúdica, deportiva y cultural predomina sobre lo reivindicativo o de influencia social; las instituciones que más les inspiran confianza son las que se basan en las relaciones interpersonales: La Iglesia, prensa, sindicatos, instancias gubernamentales tienen un nivel medio de aceptación; con oportunidad de una mayor aceptación en la medida en que se muestren más democráticos y más cercanos a la vida cotidiana.
Actitudes de tolerancia o de relativismo
La juventud acepta con más facilidad el pluralismo ideológico y social. Es posible hasta encontrar expresiones de intolerancia, pero esto no parece ser la tónica. Se ven las diferencias culturales y de comportamiento con más naturalidad y dan la impresión de un relativismo moral. Los periodistas informaron que en el encuentro del Papa Juan Pablo II con cerca de cuatrocientos mil jóvenes en Denver (USA), mientras el Papa condenaba las relaciones sexuales fuera del matrimonio, el uso de drogas etc., las juventudes reían y aplaudían. Una buena relación grupal y festiva se pone por encima de las divergencias de opinión o de convicciones. La juventud se inclina a aceptar a las personas en el conjunto de sus circunstancias sin llegar a discutirlas. Estaría aquí la expresión de una sociedad bajo la señal del pluralismo; bombardeado por imágenes y diversificación de mensajes. La síntesis conclusiva es de la aceptación de las personas en sus trayectorias y expresiones.
Sentimiento de inseguridad y de autoafirmación
Más exactamente porque bajo el impacto del pluralismo, puede notarse la inseguridad y la necesidad de auto afirmación de esta generación posmoderna de jóvenes. La afirmación del individuo no consigue ser suficientemente fuerte para superar el anonimato en medio del pluralismo. "El déficit de identidad personal es enormemente grave en el mundo juvenil. De ahí que se busque una ‘identidad prestada’ en grupos de tiempo libre o de carácter religioso, en tribus urbanas, en grupos violentos de ideologías extremistas, en sectas, que acogen a jóvenes sin una identidad lograda, dándoles un apoyo colectivo que llene el vacío psicológico. Esta falta de identidad acaso explique la obsesión por la imagen: una fachada atractiva camufla la debilidad de la estructura. La ropa y la moda en general, instrumentos de uso "consagrado" entre los jóvenes, son recursos que buscan llenar la necesidad social de pertenecer a un grupo. También expresan esta ansiedad de auto-afirmación. La inseguridad personal frecuentemente lleva anexa una baja autoestima que, en el fondo clama por un nido afectivo, un clima de acogida y de calor humano, independientemente de otras diferencias.
La amistad como valor
Se entiende en este conjunto de sensibilidades que vamos describiendo, que la amistad adquiere un significado especial para los jóvenes. Se vuelve un elemento afectivo del que se necesita, y al mismo tiempo un encuentro de auto-afirmación y de reforzamiento de la identidad. Una red de amigos significa de algún modo estabilidad emocional e integración social para los jóvenes; de ahí la importancia de los grupos de amigos y sus momentos de expresión e iniciativas. También por esto en sus problemas, el/la joven no busca tanto una voz de un orientador de experiencia como una persona amiga. Es típico el hecho que se verifica: en el período de la formación, vemos más a los jóvenes conversando con sus iguales de sus problemas íntimos, que con las personas encargadas de la formación. En las relaciones interpersonales aparecen dos tendencias aparentemente contradictorias: buscan relaciones que no generan compromisos serios, pero al mismo tiempo, ansían la fidelidad.
Inserción en la provisionalidad
Sabemos como la cultura moderna trajo un nuevo concepto espacial, pero también cambió substancialmente la inserción humana en el tiempo. La velocidad del movimiento, el bombardeo rápido de mensajes y la alternancia de imágenes, el progreso de las ciencias y tecnologías, el crecimiento de la productividad y el exacerbamiento del consumo, contribuyen en su conjunto a dar velocidad a la vida y generar un sentimiento profundo de que todo es provisional. El futuro se vuelve una incógnita y de una cierta manera también una amenaza angustiante. La juventud, más que el mundo del adulto, vive esta nueva temporalidad y expresa en su vida las consecuencias. Este sentimiento de provisionalidad abarca todas sus relaciones, a veces de una manera contradictoria, como mencionamos previamente con respecto a la amistad. Así, la juventud con facilidad se abre más a certezas absolutas y de referencia más duraderas. Sus opiniones y sentimientos pueden cambiar rápidamente. "Esto genera en los/las jóvenes un acusado pragmatismo, orientado hacia lo útil en cada instante, que le lleva incluso a la construcción de sus propios universos éticos, dotados de una gran habilidad y de escasa consistencia. Todo esto conduce a formar personalidades sin convicciones sólidas, sin certezas asimiladas vitalmente, que no se sienten capaces de opciones definitivas que comprometan para siempre" . La juventud carga un fuerte sentimiento de solidaridad, tiene simpatía por ella, pero sobre compromisos frágiles.
Sabemos como la cultura moderna trajo un nuevo concepto espacial, pero también cambió substancialmente la inserción humana en el tiempo. La velocidad del movimiento, el bombardeo rápido de mensajes y la alternancia de imágenes, el progreso de las ciencias y tecnologías, el crecimiento de la productividad y el exacerbamiento del consumo, contribuyen en su conjunto a dar velocidad a la vida y generar un sentimiento profundo de que todo es provisional. El futuro se vuelve una incógnita y de una cierta manera también una amenaza angustiante. La juventud, más que el mundo del adulto, vive esta nueva temporalidad y expresa en su vida las consecuencias. Este sentimiento de provisionalidad abarca todas sus relaciones, a veces de una manera contradictoria, como mencionamos previamente con respecto a la amistad. Así, la juventud con facilidad se abre más a certezas absolutas y de referencia más duraderas. Sus opiniones y sentimientos pueden cambiar rápidamente. "Esto genera en los/las jóvenes un acusado pragmatismo, orientado hacia lo útil en cada instante, que le lleva incluso a la construcción de sus propios universos éticos, dotados de una gran habilidad y de escasa consistencia. Todo esto conduce a formar personalidades sin convicciones sólidas, sin certezas asimiladas vitalmente, que no se sienten capaces de opciones definitivas que comprometan para siempre" . La juventud carga un fuerte sentimiento de solidaridad, tiene simpatía por ella, pero sobre compromisos frágiles.
Valoración del placer y de la fiesta
La cultura moderna, aunque experimente una profunda ambigüedad de desigualdad, de exclusión, y albergue los dolores de una humanidad en su mayor parte empobrecida, no obstante todo esto, cultiva sueños de la felicidad y de placer; de ocio y de tiempo libre. La juventud moderna tiende a vivir al máximo esta propuesta y los recursos que se le ofrecen. Distanciada de las relaciones de trabajo, como ya mencionamos, tiende a no cultivar grandes aspiraciones económicas así como no tener una necesidad de ahorrar. Los propios padres son, muchas veces, los que favorecen esta tendencia, al querer ofrecer a sus hijos aquello que, en términos de consumismo, ellos mismos no tenían en su juventud. El tiempo de la fiesta se vive como libre de las coerciones y normas.
La cultura moderna, aunque experimente una profunda ambigüedad de desigualdad, de exclusión, y albergue los dolores de una humanidad en su mayor parte empobrecida, no obstante todo esto, cultiva sueños de la felicidad y de placer; de ocio y de tiempo libre. La juventud moderna tiende a vivir al máximo esta propuesta y los recursos que se le ofrecen. Distanciada de las relaciones de trabajo, como ya mencionamos, tiende a no cultivar grandes aspiraciones económicas así como no tener una necesidad de ahorrar. Los propios padres son, muchas veces, los que favorecen esta tendencia, al querer ofrecer a sus hijos aquello que, en términos de consumismo, ellos mismos no tenían en su juventud. El tiempo de la fiesta se vive como libre de las coerciones y normas.
Junto con la fiesta, el placer merece observaciones específicas. Aunque la sociedad contemporánea no prescinda de formas de culpabilización, es bastante evidente como se distancia hoy la relación entre placer y culpa. Así, se vuelve difícil para los jóvenes percibir y reconocer los límites o por lo menos las posibles ambigüedades éticas entre el placer y la fiesta. Se vuelve antológico en este sentido el caso de los jóvenes que en Brasilia, se embriagaron y prendieron fuego a un indígena pataxó que dormía en un jardín. Incriminados por la muerte del indígena, ellos se defendieron diciendo que simplemente tenían la intención de divertirse más no de matarlo.
En la antítesis del placer, el sufrimiento, el dolor y la renuncia se vuelven problemáticas para la juventud moderna. Cargando quizás un poco la tinta, Jiménez Ortiz afirma que los jóvenes "adolecen de poca capacidad para soportar el sufrimiento y la renuncia. Su escasa consistencia psicológica los hace enormemente vulnerables. La búsqueda de la gratificación inmediata condiciona la solidez de todo compromiso. No resulta comprensible una opción que deba mantenerse con el esfuerzo ascético. Para la actual generación de jóvenes, la noche se ha convertido en su símbolo por excelencia: es el tiempo ‘sin tiempo’, sin reloj y sin horario, es el espacio de la libertad sin disciplina y sin exigencias externas, es el lugar de la ambigüedad y de la seducción, de las emociones y de la fragilidad, del placer y de la vulnerabilidad".
Apertura al trascendente
La apertura de la juventud al trascendente, al mismo tiempo que innegable, se rodea de una pluralidad de sentidos, y como otros se impone en la sociedad de hoy. Los muchos signos religiosos más o menos explícitos incorporados en la ropa y los adornos revelan por lo menos un sentimiento vago de trascendencia que la juventud cultiva. Las expresiones religiosas explícitas, en general, tienden a participar de las características previamente apuntadas. No es tan fácil, con la juventud, pasar de la fe al compromiso. Es posible que una participación en los grupos religiosos signifique más una afirmación de "pertenencia" que de "creencia". La búsqueda del trascendente se compone y no podría ser diferente, como un conjunto de necesidades experimentadas por los jóvenes, particularmente en términos de solución de sus angustias, de recuperación de autoestima, de afirmación de su identidad e integración social, de búsqueda de un sentido de vida capaz de potencializar el enfrentar al futuro.
La apertura de la juventud al trascendente, al mismo tiempo que innegable, se rodea de una pluralidad de sentidos, y como otros se impone en la sociedad de hoy. Los muchos signos religiosos más o menos explícitos incorporados en la ropa y los adornos revelan por lo menos un sentimiento vago de trascendencia que la juventud cultiva. Las expresiones religiosas explícitas, en general, tienden a participar de las características previamente apuntadas. No es tan fácil, con la juventud, pasar de la fe al compromiso. Es posible que una participación en los grupos religiosos signifique más una afirmación de "pertenencia" que de "creencia". La búsqueda del trascendente se compone y no podría ser diferente, como un conjunto de necesidades experimentadas por los jóvenes, particularmente en términos de solución de sus angustias, de recuperación de autoestima, de afirmación de su identidad e integración social, de búsqueda de un sentido de vida capaz de potencializar el enfrentar al futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario